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DEVELANDO MITOS DE LA NEUROCIENCIA

Abusamra et al. (2022)

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Mito #

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Las diferencias entre cerebros de hombres y mujeres son tan nítidas que pueden reconocerse a través de una resonancia magnética.

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Se conoce como “neurosexismo” a la creencia de que hombres y mujeres desarrollan habilidades cognitivas específicas por tener cerebros diferentes. Se ha afirmado, incluso, que estas divergencias son de tal magnitud que pueden visualizarse a través de una resonancia magnética. Estas creencias falsas (y muchas veces peligrosas) se extendieron al desarrollo infantil, concluyendo que los niños y las niñas necesitan una educación diferencial fundamentada en las diferencias a nivel cerebral. Un aspecto importante de tener en cuenta es que los cerebros de los seres humanos no son un todo homogéneo pero sobre todo, que pueden ser modificados por la experiencia. Por lo tanto, efectivamente podemos observar diferencias en la forma (tamaño o volumen de diferentes regiones cerebrales) así como con su funcionamiento (por ejemplo, tipo de conexiones). Pero esto no justifica de ninguna manera el reconocimiento de categorías generales como el “cerebro femenino”. ¿Podemos argumentar que todas las mujeres presentan características de estructura y funcionamiento cerebrales similares, que se diferencian significativamente de las de todos los hombres? Aunque la idea es bastante descabellada, durante varios años ha circulado en diferentes ámbitos y se le ha asignado sustento científico concluyente. Por ejemplo, algunas de las afirmaciones más difundidas son que las áreas cerebrales del lenguaje son mayores en las mujeres y que, por eso, son más “habladoras” que los hombres; que los hombres son menos empáticos que las mujeres debido a las supuestas diferencias en los lóbulos frontales; que las mujeres son “más emocionales” que los hombres; que los hombres son más hábiles para las matemáticas que las mujeres, entre tantos otros. No hay evidencia científica que permita sostener dichas afirmaciones. En relación con la estructura, algunos estudios reportan que el volumen de algunas estructuras cerebrales y del promedio total es mayor en hombres que en mujeres. Sin embargo, en ningún caso las vinculan ni con diferencias en las funciones ni en las habilidades relacionadas con el sexo de la persona. En relación con el funcionamiento, en 2005 se llevó a cabo una revisión de distintos estudios que implicaban en total a casi siete millones de personas y se observó que las diferencias eran nulas o poco significativas. Estudios realizados con recién nacidos demostraron que no existen diferencias estructurales sustanciales entre niñas y niños y si, por otro lado, la experiencia de cada individuo, sobre todo durante los primeros años, puede modificar de manera significativa nuestro cerebro (a tal punto que se lo considera una “esponja” de los estímulos que nos rodean), resulta más adecuado considerar que son los estereotipos sociales de género los que podrían generar diferencias entre varones y mujeres. Un estudio de 2018 realizado por la UNESCO demostró que solamente un tercio de los investigadores científicos son mujeres: las llamadas materias CTIM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) son las que presentan la mayor brecha de género. De esta manera, más que “limitaciones impuestas por la biología”, estamos frente a “restricciones impuestas por la sociedad”. Y es allí donde tenemos que dar batalla.

Bibliografía

• Ciccia. L. (2018). La dicotomía de los sexos puesta en jaque desde una perspectiva cerebral. Descentrada 2(2).

• Rippon, G. (2020). El género y nuestros cerebros. Barcelona: Galaxia Gutenberg.

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