
DEVELANDO MITOS DE LA NEUROCIENCIA
Abusamra et al. (2022)


Mito #
3
Un ser humano que crece aislado no desarrolla completamente el lenguaje.
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Hoy en día, la lingüística considera como consenso teórico que el lenguaje se desarrolla tanto desde un costado biológico como desde un costado social. Alrededor de los años 60, los estudios del lenguaje viraron hacia el reconocimiento de las cualidades biológicas que están en nuestra especie y que nos permiten poseer sistemas lingüísticos como los que tenemos. ¿Es esto suficiente para tener un lenguaje?
Ciertas situaciones en la historia nos han provisto con algunos casos que nos permiten demostrar que esta facultad lingüística aislada no es suficiente para desarrollar totalmente un lenguaje. Lo que comúnmente se conoce como “niños salvajes” (es decir, infantes que se desarrollaron en condiciones de privación extrema del contacto social y con profundas dificultades de acceso a derechos humanos básicos) han sido fundamentales para comprender este planteo. En los años 70, la historia de Genie provocó un gran avance en el entendimiento de cómo el medio social influye en el desarrollo efectivo del lenguaje. Esta niña fue encontrada a los 13 años habiendo sido privada casi totalmente del contacto humano. Se la estudió en distintos aspectos cognitivos y se pudo observar que su lenguaje era muy sencillo, utilizaba fundamentalmente palabras aisladas y se apoyaba en gestos elementales.
Una de las conclusiones que arrojó el estudio de Genie fue que la capacidad biológica humana del lenguaje no logró desarrollarse en su total esplendor habiéndole faltado tanto oportunidades de escucha como de producción de lenguaje. Este es uno de los hitos que nos permitieron observar cuál es el resultado de una infancia sin contacto lingüístico habitual.
Si bien -por evidentes razones- no sería posible replicar este tipo de situaciones en un contexto experimental, disciplinas como la psicolingüística y la neurolingüística han avanzado mucho en el análisis de cómo la lengua se desprende en fenómenos cognitivo-biológicos y sociales. Nuestra capacidad de comunicarnos a través del lenguaje requiere tanto de fenómenos sociales como de fenómenos cognitivos (qué procesos mentales se ponen en juego a la hora de adquirir, comprender y producir lenguaje) y neurales (qué áreas cerebrales rigen las funciones lingüísticas). Hoy en día los estudios neuro-cognitivos y sociales del lenguaje nos acercan cada vez más a comprender en profundidad los límites entre ambos universos lingüísticos.
Bibliografía
•Chomsky, N. (1990). El conocimiento del lenguaje. Madrid: Alianza.
•Moñivas Lázaro, A., San Carrión, C. y Rodríguez Fernández, M. D. C. (2002). Genie: la niña salvaje. El experimento prohibido (un caso de maltrato familiar y profesional). Alternativas. Cuadernos de Trabajo Social, 10, 221.